Pilones, caños y fuentes

¿De donde nos vino el agua durante años y siglos? Agua para el regadío, para el ganado, para las personas. Agua, en definitiva, para la vida. A parte lo que significaron los ríos Tormes y Corneja, de los que habrá ocasión de hablar, y dejando a un lado las fuentes de los campos, importa ahora dejar aquí consignados algunos datos.

Puente de la Ponseca, sobre el río Corneja. José Luis Díaz.

Pilones

Documentalmente, tenemos noticia de que existieron dos: el «Pilón Viejo» y el que debió sustituirle. Hay una calle llamada de El Pilón. Ambos debieron estar muy cerca. El Pilón Viejo debió colocarse en tiempos del primer Señor de la Villa, a finales del siglo XV, D. García Álvarez de Toledo. Pudo instalarse cuando se construyó el «palacio fortaleza», situado en el polígono comprendido entre las calles Mayor, El Pilón y Tenería. El segundo pilón estuvo en al Calle Mayor, a la esquina que forman esta misma calle y la del Pilón. Muchos hemos conocido las losas bien labradas haciendo un hexágono, sobre las que se asentaba el pilón. Es probable que la piedra colocada como brocal en un pozo de uso público y privado en la «bajerá» de la calle Mayor perteneciera a él.

Caños

El caño de Arriba o de la Iglesia. Su ubicación es muy acertada. El panorama que se abre delante es grandioso. No es manantial. Se trae el agua de la parte del camino del Collado, zona de la dehesa de Arriba. Se construyó a finales el siglo XIX. Es una obra de arte, de piedra de granito bien labrada en todas sus piezas. Es un bien común que, como otros muchos, hemos de cuidar. Posiblemente, hubo con anterioridad aquí alguna fuente manantial.

Caño de arriba o «de la iglesia». Francisco López.

El caño de Abajo, detrás de la ermita de la Concepción, es posterior. También de piedra granítica, con cabecera simple y dos pilas. Ha sido y es de gran utilidad. El agua se recoge en manantiales de la zona.

El cañito. Un caño más pequeño, en el barrio de Navasomera, que da nombre a la zona: los prados del Cañito.

Caño de abajo o «de la Concepción». Francisco López.

Fuentes

La primera y más importante es la Fuente Grande. Una fuente medieval. Tiene un buen espacio interior construido de piedras bien labradas y bien colocadas, donde el agua se almacena. Una cubierta de piedras, haciendo bóveda la protege. Queda abierta con arco de medio punto. Magnífica obra. Es manantial. Se halla junto al arroyo, que atraviesa la parte baja del pueblo. Se pasa sobre el arroyo por medio del «pontón», construido al mismo tiempo que la fuente. Ha sido, sobre todo para el uso humano, el gran «pozo de Jacob» de la villa.

La fuente de Navasomera. En las afueras de este barrio. Es como una alberca, protegida por grandes losas colocadas formando un cuadrado. Encima, otra gran losa que sirve para taparla. También es valiosa en su más elemental factura y ha sido muy útil para la barriada. Es manantial.

La fuente del barrio de la Cuesta, llamada la Alberca. De hechura muy similar, pero menos antigua. Es manantial. Su agua es cárdena.

Otras pequeñas fuentes públicas más modestas rindieron también su ayuda. Como la fuente de Valdenegro (Valdenebro), la del barrio de Calahorra, etc.

Fuente Grande. José Luis Díaz.

Pozos

Son abundantes. Muchos de ellos están en los patios o corrales de las casas. Prácticamente todas tenían o tienen su brocal de granito y la pila adjunta. Otros muchos, al servicio público, se hallaban en sitios estratégicos de las calles o barrios del pueblo. De los públicos, los más conocidos eran el pozo Bejarano, el pozo del Sotillo, el de la Carcel, el pozo de Carralmirón (a unos cientos de metros del pueblo en el camino del Mirón, carretera hoy de Piedrahita), el pozo de la Concepción… De todos el más famoso, por su antigüedad, abundancia de agua y otras condiciones, es sin duda el pozo Bejarano. ¿No sería bueno catalogar convenientemente los brocales existentes? Todos ellos, sin olvidar que las pilas de piedra, son hoy piezas valiosas.

Por último, un recuerdo para el pozo Navalagüesa («Navalahuesa», seguramente), que posiblemente dio de beber a los pobladores de algún antiguo y cercano asentamiento. Se halla en la «hoja de abajo», no lejos de La Veguilla.

Las pozas. Lleva este nombre el manantial-lavadero público durante mucho tiempo, situado por encima de la finca del Jaén, camino de La Aldehuela. Es agua térmica. ¿No podría acondicionar convenientemente?

Norias. Fueron numerosas, tanto en fincas de dentro o en las proximidades del casco urbano, como en pleno campo y en las orillas de los ríos Corneja y Tormes, donde por sí misma no subía el agua. Hoy han perdido el valor del uso, pero han adquirido otro tipo de valor no menos interesante en algunos aspectos. Convendría no perderlas de vista.

Noria en Las Vegas. Francisco López.

Los molinos

Como atestiguan los restos arqueológicos encontrados, existieron entre nosotros molinos de piedra manuales.

Los molinos de agua o hidráulicos, dadas las condiciones de nuestra tierra (ríos Tormes y Corneja), se hicieron pronto presentes aquí.

A mediados del siglo XVIII, existían cinco molinos. Un siglo después, se registraban 10. A mediados del siglo XX, volvemos a tener 5. En la actualidad ninguno está al uso.

Molinos últimos de la ribera del Tormes:

La Veguilla, prácticamente unido al batán y al generador de energía eléctrica que servía la luz a La Horcajada. Primero, se hizo un salto de luz con rodezno (año 1937). Después se colocó la turbina (año 1950). En la actualidad quedan tan sólo algunos restos de todo ello. No hay residentes allí de forma habitual.

El molino de Arriba. Puede ser el más antiguo de los de la ribera del Tormes. Dejó de moler hacia el año 1964. Todavía podría reconstruirse. No habita nadie.

El molino del Medio. También se llama «del Barrero» y «del Batán». Pudo ponerse en marcha en el último tercio del siglo XIX. Sería más difícil recuperarle. No hay vecinos.

El molino de Abajo. Debió construirse en la misma fecha que el anterior o un poco antes. Se conserva en perfecto estado, aunque no se muele hoy en él. Dejó de estar abierto al público el año 1978. Agradecemos a Bautista y demás familiares lo que han hecho por conservarlo.

Exteriores del molino de Abajo. Francisco López.

En la ribera del Corneja, hubo varios molinos. El que se ha conservado hasta nuestros días es el denominado Camarón. Por documentos escritos sabemos que existía ya en el año 1756. Vivieron casi siempre en él dos o tres familias. En algún momento vivieron unas veinte personas. Desde los comienzos de los años 1970 está despoblado. En la actualidad su estado es de plena ruina. Una verdadera lástima.

Detalle del interior del molino. Francisco López.

(No sería demasiado difícil abrir a propios y extraños aquellos evocadores lugares y espacios ribereños. Bastaría con acondicionar debidamente los caminos de Las Vegas).

Una pregunta: ¿Existió un pequeño molino en el lugar denominado «El Molinillo», Carretera de la Aldehuela’? Seguramente sí. Posiblemente desapareció al hacer la carretera de La Aldehuela.