Barrios y anejos

Nunca tuvo mucha población . Pero es interesante profundizar en la etimología de su nombre y en su concreta historia. Cercanos a esta población, se comentan asentamientos diversos, como la Canaleja, La Calera, etc. Restos ciertamente existen. Entrando en Riofraguas, nos encontramos con una cruz de piedra sobre su base también de piedra de granito, un pozo con brocal y pila, y a la derecha de ambos, la escuela.

Los anejos de siempre de La Horcajada son Riofraguas y Los Molinos. No es poco lo que habría que decir de Riofraguas, población de muy antiguo origen, situada al norte del monte «Cabeza Aguda», como recostada a sus pies, abierta a hermosos panoramas del Valle del Corneja.

El núcleo principal de la villa está formado por doce barrios y la llamada Calle Mayor Navasomera y La Cuesta, que deben su nombre a la topografía. La Fuente Grande, el Pilón Viejo y el Bejarano, que toman su nombre del agua que servían a los vecinos. El Sotillo, que se levantó en una zona pequeña de árboles. Otros tantos edificios religiosos dan nombre a otros tres barrios: La Iglesia, los Mártires, la Concepción. La toponimia de otros dos, Calahorra y Tenebrón, nos hablan de presencia romana («calagurris») y hebrea («tell-hebrón»), pan y fuente abundante respectivamente. Por último, las Cabrereras, cuyo origen y denominación están claros. Y la Calle Mayor, ancha y larga, que seguramente fue trazada, a finales del siglo XV, que hemos conocido muchos, en parte, enrollada y que estuvo al menos parcialmente porticada.

En el dintel de su portada leemos: «Se hizo el año 1831, siendo alcalde Juan García». Este local viene haciendo de capilla desde hace años. El altar y retablo, dedicados a la Milagrosa, son obra del carpintero Federico López (año 1937). Estuvieron en el templo parroquial y hace algunas décadas se trasladaron a Riofraguas.

Los Molinos. Es una denominación general que comprende tanto los molinos de la ribera del Corneja como los de la del Tormes. En total, los últimos fueron cinco.

Encinares

Encinares es una población muy antigua, parroquia desde el siglo XV o antes. Existe un libro del Archivo Parroquial que comienza en el año 1521. Esto quiere decir que se adelanta casi a todos los archivos parroquiales de la diócesis, ya que lo normal es comenzar a abrir los libros parroquiales hacia mediados del siglo XVI, después de los correspondientes decretos del Concilio de Trento. Encinares tenía a mediados del siglo XVIII, incluidos sus anejos de San Lorenzo y Vallehondo, unos 430 vecinos. Posteriormente se crea el municipio de San Lorenzo con Vallehondo, quedando como anejos de Encinares Los Sauces (hoy despoblado) y El Hoyo, con tres personas habitando allí en la actualidad. La Iglesia parroquial, puede ser, al menos en parte, de finales del s. XV. El atrio se halla protegido por muro de piedra y cal, y tapas de granito. Puede ser obra de la primera mitad del s. XIX. La Iglesia está dedicada, como la catedral abulense, al Santísimo Salvador. Hay tres retablos y algunas imágenes.

Un tercer anejo de Encinares, denominado La Máquina, surge a finales del siglo XIX. Se trata de una factoría montada a orillas del Tormes, dedicada al tratamiento de la lana en sus diversas fases. Habitaba allí el llamado «mayordomo» de la empresa. Hubo épocas en las que trabajaron unas 70 personas, hombres y mujeres, la mayor parte provenientes de Encinares, también algunos de La Horcajada. Cerró el año 1954. Hoy todo está desmantelado y despoblado. ¿No se podría recuperar esta industria, o instalar algún tipo de Servicios para el turismo? Medio Ambiente debería preocuparse de esta zona de la ribera del Tormes.

Encinares, con sus anejos, perteneció siempre al Señorío de Valdecorneja, no al de La Horcajada al constituirse en Señorío, a pesar de la cercanía. En 1976 se incorporó al municipio de La Horcajada. Por tanto, ahora es parte integrante y muy importante de la misma comunidad.